Hernando González: un líder innato para los Montes de María

perfiles

Por: Equipo de Verifico

07 de abril de 2025 * Colombia

Escúchalo

Descárgalo

PDF

Compártelo

A Hernando González Meléndez lo que lo apasiona es el campo. Pero entre reuniones, movilizaciones y acciones para defender los derechos de los campesinos en los Montes de María, le queda poco tiempo para labrar su propia finca en la vereda Puerto Mesitas en la zona montañosa del Carmen de Bolívar donde tiene sembrado yuca, ñame y otros cultivos de pan coger.  


“Es difícil. Estoy todas las semanas en reuniones. Pero trato de dedicarle uno o dos días a la finca,” dice el hombre de 40 años que lidera varios procesos a nivel local, regional y nacional para empoderar a los campesinos de la región de Montes de María, en los departamentos de Bolívar y Sucre. 


Nando, como lo conocen sus familiares, amigos y compañeros de las organizaciones que lidera, se llena de orgullo al explicar que a pesar de haber vivido un desplazamiento forzado a causa del conflicto armado que azotó la región, ha podido volver a vivir en el mismo lote donde nació. 


Y desde que volvió a su región natal, ha tomado roles de liderazgo. Actualmente es presidente de la junta de acción comunal de su vereda, que hoy cuenta con 45 familias campesinas, además de ser representante legal de la Asociación de Productores y Comercializadores Agropecuarios de los Montes de María. También es líder de la agrupación Organizaciones de Población Desplazada, Étnica y Campesina de los Montes de María (OPDs) que busca reivindicar las garantías de retorno y de la dignidad tanto para comunidades campesinas como étnicas en los territorios. Al mismo tiempo, encabeza un proceso que se llama Marchantes Étnico-Campesinos de los Montes de María. 


“Lo que más me gusta es defender a las comunidades campesinas, eso me encanta, los derechos, no solamente humanos, sino territoriales”, dice. 


De Hernando, sus compañeros en esos procesos organizativos destacan su entrega absoluta a las causas de defender víctimas del conflicto armando, campesinos, y los jóvenes de su territorio. 


“Eso lo lleva en la sangre,” dice Wilmer Vanegas, otro líder campesino de la región que ha trabajado de cerca con Hernando.  “El compromiso que tiene con el campesinado es un compromiso inmenso”.


Empeñado por el estudio

El don de liderazgo de Hernando “nació con él” según su prima Angelina González. “Era un niño muy curioso, siempre estaba preguntando el porqué de las cosas y pendiente de lo que estaba a su alrededor. Le gustaba participar en las conversaciones y era muy participativo”. 


En la escuela afloró ese lado de Hernando. “Desde primero, segundo grado siempre me gustó liderar los grupos”, recuerda. 


Pero sus estudios primarios fueron interrumpidos varias veces por el mismo conflicto armado que vivía la zona. Ya pudo entrar al bachillerato en un corregimiento de María la Baja, no le importó tener que remar dos horas en canoa, atravesando la inmensa represa el Playón, para llegar al colegio. 


“En ese tiempo, las Autodefensas Unidas de Colombia nos quemaron las lanchas (…) porque suponían que esas lanchas eran para el transporte y (para) abastecer al grupo armado que estaba en la zona más alta que era las Farc en ese entonces”, recuerda. 


Hernando se enorgullece en decir que sacó una de las mejores pruebas Icfes que le valió una beca en la Universidad del Norte, en Barranquilla. Pero sus sueños de estudiar en la universidad fueron truncados por la violencia. 


“Terminando el bachillerato, enseguida fue el desplazamiento. Eso fue bastante difícil. No pude acceder a la beca y, por ende, me tocó ahí parar (de estudiar) mucho tiempo”, dice.  


La familia de Hernando se unió a casi la mayoría de los vecinos de la vereda que les tocó huir de la violencia en 2003 en medio del conflicto cruento entre paramilitares y guerrillas que se disputaban el territorio. 


“A mí me desaparecieron varios familiares, varios amigos, tíos, líderes de la comunidad. Y nosotros quedamos en el medio del fuego cruzado, donde nos catalogaban como colaboradores de un bando o de otro bando”, dice. 


Es algo que aún recuerda con tristeza. “Eso creo que todavía no lo he podido superar. Vivo con esas secuelas de tanta injusticia que se dieron en ese momento”, dice. 


Se instalaron en un barrio marginal de Cartagena, dejando abandonado su pueblo, sus casas y la finca por salvar sus vidas. Sobreviviendo con el rebusque en la ciudad, finalmente Hernando se fue a San Juan del Cesar en La Guajira para trabajar en una finca de algodón de un familiar. 


Angelina recuerda que le dio muy duro a Hernando el desplazamiento. “Un campesino que sale desplazado es un campesino que inmediatamente empieza a morir porque no está preparado para vivir en la ciudad”, dice. 


Pero agrega que, a pesar de los estragos que dejó la violencia en Hernando, “también lo motivó a defender nuestros derechos y nuestros intereses”. 

Un doloroso retorno

Así, encabezó el movimiento de los vecinos de su vereda a volver a las tierras, y asumió las luchas por sus derechos. 


Primero regresó a Puerto Mesitas un vecino y animó a Hernando a que fuera a ver. “Yo recuerdo que me monté en un bus de esos en los que uno transportaba los alimentos antes, y venía como que ‘Dios mío, quiero llegar rápido, para ver cómo está la comunidad, cómo está la vereda, cómo están sus arroyos, cómo está la cancha de fútbol, cómo está la casa donde yo viví’”. 


Pero al ver el panorama de la vereda se le vino el mundo abajo. “Cuando llegué aquí fue un momento muy triste porque pues nada de lo que existía en mi imaginación estaba”, dice con nostalgia. “No existía la casa donde yo viví. Ya estaba destruida. La cancha que dejamos, donde jugábamos, ya había árboles ahí, grandes. Empezamos a buscar la casa de los amigos de los demás y no existían. Todos los cultivos, las semillas, todo estaba perdido. Hubo un momento en que me sentí peor que en la ciudad porque no teníamos nada”. 


Hernando tomó como un reto reconstruir el pueblo. A partir del 2012 empezó a ir regularmente al territorio, pero no se asentó del todo hasta el 2014 “porque todavía había un actor armado acá”. 


De ahí fue encabezando procesos de defender los derechos de las víctimas, de los campesinos y de los jóvenes con un fervor reconocido en toda la región. 


El liderazgo

Las luchas de Hernando se caracterizan por defender la seguridad alimentaria, la soberanía alimentaria, y la tradición de las semillas nativas y luchar en contra de los monocultivos que además de llevar al despojo de muchas tierras en la región, ha afectado el acceso al agua. 


El liderazgo de Hernando a veces ha incluido movilizaciones, la toma durante varias semanas de la gobernación de Bolívar, y el bloqueo de carreteras. “A través de esas movilizaciones sí hemos logrado algunos resultados”, dice. Cita como ejemplos la electrificación de comunidades rurales, ambulancias para algunos corregimientos y soluciones de agua. 


En 2019, provocados por los bajos niveles de la represa Playón en María la Baja, la falta de acceso a agua potable, y el consumo excesivo de agua por parte de los cultivadores de palma y arroz, las comunidades campesinas tomaron las vías de hecho, obligando a funcionarios del Distrito de Riego a cerrar las compuertas como protesta.

“Era un verano tenaz, las comunidades no teníamos agua, pero sí había agua para la palma. Entonces nos tomamos las compuertas”, recuerda Hernando. 


Por obligar a los funcionarios a cerrar las compuertas, se les acusó a los líderes de esa movilización de secuestro, daño en bien ajeno y otros delitos, lo que ellos vieron como una persecución judicial de parte de los palmicultores y arroceros. “Realmente fue un tema bastante duro”, dice Hernando.


Acompañado por Comisión Intereclesial de Justicia y Paz y con el apoyo de organizaciones internacionales, montaron su defensa contra las acusaciones y luego de un año de ires y venires en los estrados judiciales, los demandantes retiraron la denuncia. 


Vanegas destaca que incluso en los momentos más difíciles que incluyen amenazas de actores armados, Hernando enfrenta a los obstáculos con pacencia.  “Es una persona sensible, muy aplomado y aterrizado para tomar las decisiones y asumir responsabilidades también”, dice.   


Pedro De la Rosa, otro líder de la OPDs, concuerda. “Le ha tocado muy duro, conviviendo rodeado de bandidos, buscando estrategias para no ponerse en riesgo en medio de las balas para proteger otros y otras,” cuenta. 


Para su prima Angelina Gonzalez, los mayores defectos de Hernando son su exceso de confianza y la prudencia. “Aunque son cualidades, se convierten en él en un defecto porque hay gente que abusa de esa confianza. El abre el camino y otros lo cruzan”, dice. 


Y a pesar de las amenazas por mensajes de texto y llamadas que le llegan por defender a el territorio, Hernando no piensa parar. “Las cosas hay que decirlas ¿no? A pesar de que todavía la violencia continúa, nosotros seguimos diciendo cosas”, asegura con convicción.

La familia como punto débil

Hernando reconoce que la familia es la que más sufre por sus convicciones. “La familia es la parte más débil que tenemos nosotros los líderes que lideramos este tipo de retos”, se lamenta. A pesar de que algunos de sus familiares aplauden el trabajo que hace, otros temen por su vida. 


A diario su madre, quien sigue viviendo en Cartagena, le dice: “Mijo, ¿tú qué haces allá?”, cuenta Hernando. 


“Con familia realmente no cuento con el respaldo 100 por ciento. Algunos más allegados que me dicen bien lo que está haciendo, pero, no tengo el respaldo 100 por ciento”, dice.


Pero su prima Angelina, quien vive en una vereda cercana y ha trabajado de la mano con Hernando en algunos de los procesos organizativos, tiene 


Y para su hija Mafe, de 12 años, es un modelo a seguir. “Ella me dice ‘Papá, lo que haces es maravilloso, a mí me gusta eso, yo quiero ser como tú’ y, uno dice bueno, aquí parece ser que ya esto continúa”, dice Hernando con orgullo. “Va quedando como el cimiento de las nuevas generaciones.”


Cuando puede, lleva a su hija con él a reuniones y también a sus clases en María la Baja, en donde Hernando está estudiando Trabajo Social en el Instituto Manuel Zapata Olivella, que está vinculado con la Universidad Católica.  


“Aspiro seguir estudiando”, dice. “Nunca es tarde para cumplir los sueños de ser profesional”.

Si conoce algún caso de desinformación y estigmatización contra personas defensoras de derechos humanos, envíelo al correo contacto@verdadabierta.com para ser analizado por el equipo de VERIFICO e incluirlo en su base de datos.

Descárgalo

PDF

Compártelo