Nery Mijera, lideresa que enfrenta el reclutamiento forzado en Cauca

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Por: Equipo de Verifico

11 de abril de 2025 * Colombia

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Las comunidades indígenas son especialmente afectadas por el reclutamiento forzado por parte de los grupos armados ilegales. Esta lideresa dirige uno de los programas más importantes para enfrentar esta problemática en el departamento de Cauca.

Nery, una lideresa Nasa de 53 años, ha sido víctima del conflicto armado desde que era niña. Ahora, desde la defensa de los derechos humanos, dice que las injusticias que sufrió la han motivado a servir a su comunidad, pues no quiere que los jóvenes que son víctimas del conflicto, como ella lo fue, piensen que la guerra es el único camino.


Por eso, hoy es una de las coordinadoras de la estrategia de Enraizamiento de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (Acin) y una de las personas que más impulsó el programa Recomponiendo el Camino de Vuelta a Casa, iniciativas que buscan apoyar la reparación y reintegración a niños, niñas, adolescentes y jóvenes que han sido víctimas del reclutamiento forzado, desde la cosmovisión indígena.


En 2024 se registraron 409 casos de reclutamiento forzado de menores de edad en Colombia, según la Defensoría del Pueblo. De esos, 300 ocurrieron en Cauca, lo que lo convierte en el departamento más afectado por este flagelo. 


El reclutamiento forzado afecta de manera diferencial a los pueblos indígenas. La Defensoría reporta que el 51 por ciento de los menores reclutados en 2024 pertenecen a alguna de estas comunidades. En el informe Tejemos Historia para Sanar Memoria, la Acin, se explica que es una forma de atentar contra la supervivencia de los pueblos indígenas, en este caso del pueblo Nasa. 

Víctima a temprana edad

Nery nació en el Resguardo de Tacueyó del municipio de Toribio, en una familia muy humilde. Dada la situación económica, sus padres sólo le dieron estudio hasta tercero de primaria. Aún así, nunca perdió el sueño de lograr llegar a un colegio y continuar sus estudios. Creció junto con sus siete hermanos en una finca ayudando a sus padres en las labores de la casa y en medio de enfrentamientos de grupos armados legales e ilegales.


A los 15 años recibió una bala perdida cuando salía de la misa del domingo en medio de un ataque de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) a su pueblo. “Cuando el guerrillero escuchó el grito y se dio cuenta que estaba herida, cargó de nuevo el arma y disparó sin piedad. Pero gracias a Dios, ni una de esas balas me tocó. Es una bendición de Dios”, cuenta.


En el hospital de Caloto le salvaron la  vida, pero no se dieron cuenta de que tenía otra bala dentro de su cuerpo. Esta, poco a poco, se alojó al lado de la médula espinal y, todavía hoy,  le causa mucho dolor.


Los médicos dijeron que intentar sacar la segunda bala le podría causar más daño y le señalaron que probablemente quedaría en silla de ruedas muy pronto. Su hermano Miguel Ángel, de 22 años, decidió hacerle el reclamo al guerrillero que le causó la herida y que  la siguió persiguiendo para matarla. Al poco tiempo, las Farc lo secuestraron y al siguiente día lo encontraron muerto y amarrado. 


Según cuenta la lideresa, Recomponiendo el Camino de Vuelta a Casa se creó desde la preocupación de las autoridades indígenas, los mayores, los jóvenes y las mujeres. “Desde finales de los años 90 ya había presencia de los grupos armados y los mayores tenían dos inquietudes: por un lado qué pasará con los que se desvinculen de los grupos y regresen a territorio con otras formas de pensar”, cuenta. La segunda inquietud giraba en torno a que los grupos armados vincularan a las niñas, niños y adolescentes de diferentes formas.


A pesar de los riesgos que implica el arrebatarle niños a la guerra, el pueblo Nasa no cesa en esa labor. Al respecto, Nery señala que no tienen registro de todos los casos porque no todas las familias cuentan que su hijo fue reclutado. 


“Muchos se quedan callados esperando a que aparezcan. Los casos que nosotros conocemos son de las familias que llegan aquí al Tejido y nos cuentan: ‘A mí hijo se lo llevaron anoche, se lo llevaron ayer, salió para tal parte y no regresó”, agrega. Pero cuando sí se reporta un caso de reclutamiento, directamente por la familia de la víctima o las autoridades, en el programa inician el proceso de atención y orientación a la familia y registran la información. 


Se articulan con el Comité Internacional de la Cruz Roja, la Guardia Indígena, las Juntas de Acción Comunal, la Defensoría del Pueblo y con la Policía de Infancia y Adolescencia para empezar la búsqueda activa de quienes salen de territorio por esta situación. Nery asegura que es difícil encontrarlos rápidamente “porque el territorio es muy amplio y hay muchos sitios a donde se los llevan”. 


Al rescatarlos, buscan  un lugar seguro para la víctima y su familia; si es necesario buscar otros destinos, hacen la gestión. Según la lideresa, el desarrollo del programa es esencial para su comunidad porque se trata de volver a construir un ser humano. “Cuando llegan de allá, el daño psicológico es muy grande. Se pierde la sensibilidad de la vida y de cuidado al otro, se pierde la visión de que hay una familia”, explica. 


Garzón* trabaja en el área de apoyo psicosocial del Tejido y dice que Nery fue parte esencial del programa Recomponiendo el Camino de Vuelta a Casa: “La mayora es una persona que se destaca por esa capacidad de resolver conflictos, de escuchar, de defender los derechos de los niños y las niñas y, sobre todo, porque hace su trabajo desde el amor y la pasión”.


Ellas se conocen desde el año 2020, cuando Garzón entró a trabajar al Tejido de Defensa de la Vida. Iniciaron siendo compañeras de trabajo y con el tiempo se convirtieron en amigas. “Se ha ganado la confianza de la comunidad, pues su trabajo ha sido muy bonito y responsable, a pesar de tantas afectaciones y desarmonías que hay en el territorio”, agrega. 


El departamento de Cauca es uno de los más afectados por la presencia de grupos armados ilegales y las dinámicas del conflicto armado. Actualmente, hay presencia del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las Farc, que se dividen en el Estado Mayor Central (EMC) y la Segunda Marquetalia. Esto hace que la labor de Nery sea riesgosa para su vida por lo que sus hijos se preocupan. 


“Uno le pregunta: ‘Mamá, ¿usted por qué arriesga su vida para proteger la vida de los demás?’ Y ella sólo dice: ‘Mijo, eso es lo que yo amo hacer. Eso es mi vida’. Y uno entiende”, dice uno de los siete hijos de Nery. 


La describe como una mujer capaz y auténtica. Sobre la seguridad de su madre siente impotencia porque sabe que no puede hacer mucho para ayudarla. 


“A mí en lo personal sí me dan nervios, pero me siento muy orgulloso de ver la verraquera que tiene mi madre para mover cielo y tierra para proteger la vida de los jóvenes, de los adultos, mejor dicho, de los que ella pueda proteger”, declara otro de sus hijos, quien dice que su madre es un ejemplo a seguir.


“Siempre he dicho que me ha servido como madre y padre a la vez. Se dice que la madre le da la vida a uno y el padre le enseña a uno cómo vivirla, pero las dos cosas me las ha dado, en la mayor parte, mi madre”, dice.


La lideresa se casó en 1989 con el padre de sus siete hijos, pero decidió separarse y hacerse cargo de ellos a inicios del año 2002, cuando se dio cuenta de que no se entendían y se había perdido el cariño y respeto de la relación. “Usted se va, usted responde por los hijos”, le dijo su expareja cuando ella tomó la decisión. “Prefiero mi libertad”, recuerda que le respondió. En ese momento, empezó a trabajar y continuó con su educación para sacar adelante a sus hijos. 


Las dificultades de su matrimonio y las de muchas parejas de la comunidad, más la violencia de la que fue víctima a sus 15 años, la hacían preguntarse cómo podría orientar a los adultos y las familias para que no fueran violentos y pudieran vivir en armonía. Esto la motivó a prepararse en el tema de familia, así que inició estudios como conciliadora en equidad.

Trayectoria comunitaria

Cuando era joven, a Nery le gustaba mucho la lectura y escuchaba un programa radial en el que se orientaba a las familias y a las parejas sobre cómo sobrellevar los problemas personales familiares de manera asertiva. Ella anotaba las recomendaciones y los consejos que daban para aplicarlos en su comunidad. 


“Empecé a visitar a las familias que tenían dificultades y a colocar en práctica lo aprendido, en lo poco y nada que sabía. Me empezó a gustar mucho la parte del tema de familia. Me gustó tanto que me enamoré de ese proceso”, cuenta con alegría.


Mientras ayudaba a las familias, se dio cuenta de cuánto le gustaba ser parte de procesos comunitarios. Hizo parte del movimiento familiar cristiano y en 1995 se convirtió en presidenta de la Junta de Acción Comunal de su vereda.


Entre 1998 y 2003 fue Delegada de la Palabra, una iniciativa creada por el sacerdote Álvaro Ulcué, “para unir a los tres resguardos indígenas de Toribío, concientizar a las comunidades para mantener su identidad indígena y lograr un buen vivir”. 


Paralelamente, entre 2000 y 2002, fue coordinadora de un programa que tenía como objetivo proteger a las mujeres víctimas de violencia de género. Al dejar ese cargo, entre 2002 y 2004 hizo parte de la autoridad del resguardo como coordinadora del Cabildo de la Familia e ingresó a estudiar un técnico en atención a las diferentes problemáticas familiares.


Luego se convirtió en profesora de una escuela para jóvenes y adultos, con personas entre los 18 a los 70 años, que no habían tenido la posibilidad de estudiar. “Hice un trabajo de conciencia, de lo poco que sabía, de enseñarle a las personas a leer, a escribir, a hacer cuentas para que no se dejaran engañar”, recuerda. Esa labor la ejerció entre 2004 y 2006


Después, por medio de asambleas de la comunidad, ingresó a trabajar como coordinadora de familia Municipal en Plan de Vida Proyecto Nasa de Toribío durante 10 años, atendiendo los casos de familias, capacitando, articulando y trabajando prevención en diferentes espacios.


Posteriormente, en 2016 y durante tres años, trabajó los lineamientos políticos para la atención a las familias con autoridades, comisarías, movimiento juvenil, mujeres, personería municipal, Juntas de Acción Comunal, la parroquia, los cabildos y mesas de familia de los tres territorios indígenas de Toribío. 


Cuenta que antes todos los problemas eran atendidos por la misma autoridad, pero por la cantidad de casos que tenía que revisar, no alcanzaban a darle salida a tantos casos de familia y los dejaban de último. Por eso, ella hizo que se aprobara la capacitación de los conciliadores en equidad, los cuales estarían en cada una de las veredas para acompañar los casos y dar seguimiento a los mismos. 


Todo el trabajo que la lideresa ha hecho por su comunidad es reconocido por sus habitantes. “La ven como una gran líder, como una gran consejera”, dice otro de los hijos de Nery. “A ratos como que uno no reconoce tanto el trabajo que hace mi mamá en ese sentido", admite él. “Sino es hasta que llega otra persona y dice: ‘Ve, tu mamá hizo esto, ve tu mamá lo otro. Yo quisiera tener una mamá como la tuya’”, continúa. 


El sexto hijo de Nery tiene 21 años y siempre ha visto a su madre como una guerrera, pues, según él, nunca se rindió, a pesar de las adversidades que ha tenido que vivir. “Yo lo único que digo es que ojalá el día de mañana las personas reconozcan a mi mamá como la persona que es, como la gran mujer que es”, finaliza. 


Nery sigue ayudando a los niños, niñas y adolescentes que salieron de la guerra. Empezó esa labor en junio de 2019 cuando se unió al programa Recomponiendo el Camino de Vuelta a Casa y la cumplió hasta octubre del año pasado, cuando se unió a la estrategia de Enraizamiento. Esta es otra iniciativa que acompaña integralmente y permanentemente a víctimas de reclutamiento forzado desde su proceso psicocultural hasta su proyecto de vida. 


“Para mí, a pesar de que hay amenazas y de las situaciones de muy alto riesgo que hay, una de mis expectativas es continuar fortaleciendo estos procesos. Mientras esté dentro de estos espacios como organización o desde otro lugar, no voy a perder ese impulso de cuidar y fortalecer a la comunidad y en especial la vida de los niños que están comenzando a vivir”, afirma Nery.


* Por petición de Nery se cambian y omiten algunos nombres.

Si conoce algún caso de desinformación y estigmatización contra personas defensoras de derechos humanos, envíelo al correo contacto@verdadabierta.com para ser analizado por el equipo de VERIFICO e incluirlo en su base de datos.

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